Ver y escuchar el último audio de Lourdes Flores me hace recordar al verbo florido con el que tranzaban negocios con aceitadas las populares ratas: Rómulo León y Alberto Quimper. Dignos representantes de éste sucio gobierno aprista y de lo cual todos los peruanos, perplejos, fuimos testigos.
Las declaraciones de la candidata de la derecha, respaldada literalmente por García y cuanto ladrón existe en el Perú, tienen una significancia que va más allá de haber soltado tremendas lisuras como parte de la buena formación que recibe en el “conservador” bando del Partido Popular Cristiano (PPC). Vocabulario pronunciado en la irritación y desesperación que recuerdo sólo se escucha en un partido de fútbol donde no se piensa más que en ganar para beneficio de unos cuantos y por sobre todo de uno mismo o en una pelea callejonera de esos barrios que seguramente ha pisado ya su investidura elegante de re-re-candidata a un cargo público.
La candidata ,también de Unidad Nacional, Lourdes Flores ve que el negocio se le está yendo por la borda, que sus queridos amigos de empresas transnacionales, traídos por el impresentable aprista Remigio Morales Bermúdez y con quienes ya es más que claro que ha tenido reuniones, no van a recibir lo que ella les había prometido, que no era otra cosa más que el dinero de los limeños en obras públicas, al mismo estilo de Castañeda.
Y es que hace un tiempo charlaba con una compañera, que sin mucho filosofar me indicaba con la mayor lógica posible que los políticos que tenemos actualmente en el escenario no les importa otra cosa más que el dinero que vayan a recibir de los cargos que ocupen. Que la candidatura es como un negocio en el que se invierte en reclames por televisión, por la radio, en millones de volantes e inmensas gigantografías (que le hacen competencia en tamaño a la Coca Cola), en traer a cuanto grupo de moda esté para que haga bailar al pueblo a cambio de un voto y no les importa en lo más mínimo el bienestar de la ciudadanía, en éste caso la limeña.
Que en cambio se les engaña como a un niño prometiéndoles una y otra maravilla y que luego se les insulta de la forma más repulsiva diciéndoles que como no va primera se pueden meter la alcaldía al poto y que le interesa una porquería la municipalidad, que no era cierto que le importaba tanto la alcaldía y sus vecinos sino que le importaba verdaderamente un comino.
Ni siquiera el buen consejo de su inseparable asesor Xavier Barrón tranquilizó los ánimos de la candidata en debacle que le aconsejaba visitar al encargado de las encuestas para tomarse un cafecito y charlar de negocios. He aquí lo interesante de saber que esa derecha que se dedica en las campañas electorales a visitar pueblos jóvenes y asentamientos humanos es capaz de ejercer presión sobre encuestadoras, que esa misma derecha es capaz incluso de cometer un fraude y dejar a los millones de electores sólo con el sueño de tener a alguien que verdaderamente vele por los intereses populares. Ya lo dijo nuestro “querido presidente amante de mistura” que él se encargará de decidir quien fuere próximo presidente de la nación, ¿no se encargaría también del sillón municipal?
Y sin embargo se atreven a decir que el que fuerzas progresistas de nuestra añorada izquierda se unan en éstas contiendas electorales es peligroso, que se viene la marea roja para los peruanos, que el terrorismo se va a desatar nuevamente, que el retroceso se nos viene encima. Si esto no es más que algo que millones de peruanos estaban reclamando desde hace mucho, puesto que si existe la intención de que se empiecen a hacer realidad los sueños de cambio que guardamos y por los que luchamos incesantemente, la unidad, como bien decía Mariátegui, será lo único que nos lleve a la victoria.
A estar muy atentos a las infinitas excusas de ésta, ahora más que nunca, irrespetable candidata, que de seguro le quedan muchos más disparates que decir. Así como de las siguientes jugadas que haga la burguesía nacional, porque al parecer en ésta oportunidad se equivocaron nuevamente al mover las fichas del tablero.
Hasta la victoria siempre
David Morote.
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