Sin ser un experto en materia de manejo de redes sociales ya que no gusto mucho de la idea de “twitear” si se atravesaron moscas delante mío cada dos minutos o si me dio gripe y por eso no podré ir al quino (quinceañero) de mi vecina, me atreveré a hacer algunas evaluaciones a partir del manejo de una cuenta de red social (“Facebook”) de mi organización. Sin antes mencionar que, por el contrario, he gustado siempre de debatir ya que comprendo que es parte de la dialéctica, la cual es la forma ideal de poder entender una verdadera política social, la forma de poder entendernos unos a otros y llegar a acuerdos, consensos en pos de la mejora de nuestro país. Pero sucede que al debatir siempre lo he tratado de hacer (costándome mucho en el camino) tratando de mantener un alto nivel sin necesidad de arrogancia frente al manejo de un verbo fluido, o la necesidad de dominar todo el diccionario de la RAE como Martha “Fuji” Hildebrandt que al parecer de nada le sirve dicha “iluminación”.
Entonces ocurre que me choco con un escenario en las redes sociales que es verdaderamente decepcionante y, no como creen algunos, porque hayan opiniones, posturas o inclinaciones distintas, sino por la falta de nivel, de intolerancia, de respeto para expresar esas divergencias. Y es que eso nos demuestra las grandes diferencias marcadas entre los que tienen y los que no tienen, entre los que tranquilamente pueden pasarse toda una tarde frente a su “notebook” echados en sus camas y los que con 1 o 2 soles acceden a una cabina de internet, entre los gringos (las tonalidades varían) y los cholos, entre los inteligentes y los brutos, entre los sabios y los ignorantes.
Ese es el ambiente que se vive en las redes sociales y claro se supone que uno tiene que creer que esa clase de gente era la que tenía como mascota de campaña a un cuy “bien serrano” y se tomaban foto junto a él; y que ese candidato era quien defendería siquiera los pocos recursos naturales que aún quedan por defender. Claro, a Aldo Maleántegui y su comparsa del canal 2 que hacen siempre preguntas del “face” o comentan los “twits”, se les borró de la memoria el excepcional discurso (CADE 2006) en el que PPK decía que la gente del ande elige mal siempre porque allá en la altura donde viven no llega completamente el oxígeno y por lo tanto eso no les deja pensar.
Entonces cuando ven que el tipo que no tenía militantes, ni partidarios sino “fans” no hará que se mantenga esa diferencia de clases para que no se pueda entrar a sus discotecas donde se reservan el derecho de admisión, ya que no pasó a la segunda vuelta, se quitan la careta y se muestran tal y como Pedro Pablo al final de un día de campaña, donde seguramente se bañaba 5 veces, maldecía en inglés y se desinfectaba para que la “lepra” (contra la que disque luchó su padre) de los cholos, la de los mercados del Callao donde al mismo estilo de la Bozzo armaron todo un show de la tocada de testículos, no se le pegue. Ahora los “PPKausas” saltan esa línea para si es posible aventarle los perros a los mediocres, a las bestias, a los ignorantes que elegimos concientemente no votar por el gringo, ahora nos dicen y mandan de todo, incluidos saludos a nuestras madres y a toda nuestra ascendencia incaica. Ahora pretenden marchar contra Humala (¿habrán ido a alguna marcha en su vida?), ahora amenazan con irse del país y hasta (es lo más llamativo) amenazan con un golpe de estado en caso de que el cuco Ollanta llegue a palacio. Quizá haya sido algún comentario en la cena del domingo de algún papito general del ejército y que su hijito, ni procesando la idea, reflejó en su comentario mediante estas redes, lleno de emoción porque su papi y sus amigos arreglarán las cosas del país.
Aquí una muestra (de la que hasta siento vergüenza) de comentarios en una cuenta de los nacionalistas:
Aquí una muestra (de la que hasta siento vergüenza) de comentarios en una cuenta de los nacionalistas:
Confieso como algunos pocos en las redes que hay algo bueno de todo éste escándalo, que dudo que sea parte de la noticia de los próximos días de los noticieros de Mónica Delta o Rosa María, donde en caso contrario, tratarán aunque no puedan, de justificar dichos comentarios, perdonándolos y pasándolos por alto. Lo bueno es que terminan convenciendo a esa gente que vició o dejó en blanco su voto, de que era esa la “gentita” que se escondía tras los bonitos polos de colores, el cuy y a los que la farándula no se cansó de invitar a todos sus programas.
Pues bien, el trabajo para quienes utilizamos (poco o mucho) las redes sociales como medios de información para saber lo que acontece en el mundo o para compartir opiniones que tienen consigo madurez o para hacer el intento de relacionarnos con personas que busquen algún cambio significativo en nuestro país, latinoamérica y el mundo, es enseñar a ese sector, indeciso aún, lo que apostar por esas políticas falsas, improvisadas y faranduleras significa; más importante aún, recordar que la mayoría de peruanos no está frente a una computadora, que no es parte de las redes sociales y que por lo tanto es a ellos a quien le debemos, moralmente, más atención y difusión de sus reclamos.
Y claro, recordarles también que tenemos buena memoria y no olvidamos pasados criminales cuyos primeros brotes tienen como fundamento éstas denigrantes actitudes de los que, cueste lo que les cueste, defenderán siempre sólo para unos cuantos lo que en realidad es de todos.
Hasta la victoria siempre
David Morote.